Desafía el techo de cristal: ¿Cómo logramos avanzar en nuestra carrera profesional?

Te invito a reflexionar. Piensa en tu lugar de trabajo. ¿Existen mujeres en cargos gerenciales? ¿Es un número equitativo? ¿Eres la primera gerenta en años de trayectoria? Cuando te toca dar tu opinión, ¿sientes valoradas tus ideas? ¿Puedes proponer tus proyectos tranquilamente en una mesa junto a hombres? ¿Ves posibilidades de ascenso?

Marilyn Loden, escritora, defensora de la diversidad estadounidense y consultora de ámbito laboral, fue quien por primera vez habló sobre el concepto de “techo de cristal” en 1978, en una mesa redonda donde se discutían las aspiraciones de las mujeres.

Por Yolanda Pizarro para Revista Nosotras

Hace más de 40 años se dijo esta frase, que hasta hoy se vuelve relevante. Pero, ¿qué es el techo de cristal? Es una metáfora que muestra las dificultades, muchas veces invisibles, de las mujeres para acceder a determinados puestos de poder o de toma de decisiones, especialmente en el ámbito laboral, político o económico. Estas barreras contra el ascenso son netamente culturales y no por falta de mérito personal, y es esto lo que más detiene las oportunidades profesionales de nosotras.

Esto me lleva a reflexionar y compartir con ustedes que, con sinceridad, no fue una sorpresa los resultados del Global Gender Gap 2024 del World Economic Forum, donde Chile avanza seis puestos en el ranking respecto al año anterior, subiendo de la posición 27 a la 21 en términos generales, pero mostrando que el subíndice de participación económica y oportunidades, junto con el de representación política, son las dimensiones más rezagadas.

Por otra parte, me deja con una sensación amarga el Cuarto Índice de Trayectorias e Inclusión de Mujeres en Chile 2024 del ESE Business School de la Universidad de los Andes, que plantea un duro retroceso y además estancamiento en la equidad de género, donde la maternidad y el cuidado pasan a ser factores clave que frenan el avance de las carreras profesionales de las mujeres.

¿Qué nos sucede cuando llegamos a ese momento de avanzar, tomar la decisión y decir: “Ok, estoy preparada, ¿me atrevo”? Desde mi perspectiva, hay dos factores, entre otros, que nos limitan: los sesgos y estereotipos de género que aún persisten a niveles gerenciales, académicos, políticos y científicos, por mencionar algunos, que al momento de elegir prefieren generalmente a un hombre y, por otra parte, la falta de corresponsabilidad en la crianza y el cuidado de terceros dependientes, con todo lo que ello involucra, recayendo particularmente en las mujeres. Debo destacar que aquí estamos hablando de profesionales con trabajos formales y no de trabajadoras menos calificadas, para quienes el tema del cuidado resulta mucho más complejo al momento de avanzar en el desempeño de su oficio o carrera técnica.

La participación laboral femenina en Chile hoy es del 51,7 % en 2023. Sin embargo, la representación de mujeres en puestos de liderazgo sigue siendo baja, manteniéndose en un 23,0 % en la alta dirección y directorios de empresas cotizadas en bolsa.

¿Qué hacemos como sociedad, en su conjunto, para romper los techos y limpiar los pegajosos pisos que ralentizan el desarrollo profesional de las mujeres?

Sin duda, un aporte será el proyecto de ley “Más mujeres en directorios” de las sociedades anónimas abiertas y especiales sujetas a la supervisión de la Comisión del Mercado Financiero (CMF) impulsado por el Ministerio de Economía.

Otro punto clave es aprobar el proyecto de ley de Sala Cuna Universal, donde padres y madres trabajadoras accedan a este beneficio, compartiendo con ello el rol de cuidado y crianza.

Avanzar en reconocer el aporte de las mujeres al desarrollo de la economía del país sin duda alguna contribuirá a mejorar las cifras del PIB, incrementar la productividad y, sobre todo, será justo para más de la mitad de la población.

¡Nosotras seguimos trabajando por alcanzar la tan anhelada equidad de género!

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